La Casa de la Cultura es, sin lugar a dudas, un referente en Oaxaca; sus talleres forman parte del primer acercamiento de niñas, niños y jóvenes con alguna expresión artística que, en el mejor de los casos, los llevará por el vasto camino del arte y la cultura que distingue a nuestro estado.
A días de cumplir 50 años, sigue siendo una de las instituciones más queridas por parte de la sociedad oaxaqueña ya que ha recibido, al interior de sus instalaciones, a tres diferentes generaciones de oaxaqueñas y oaxaqueños por alguno de los talleres que ofrece.
Para el director de la Casa de la Cultura Oaxaqueña, Emilio de Leo Blanco, las cinco décadas de la institución no han sido fáciles toda vez que han estado llenas de retos y problemas, sin embargo, también de satisfacciones al generar alegría y civilidad en la sociedad oaxaqueña, puesto que la formación en cultura siempre generará mejores ciudadanas y ciudadanos.
De acuerdo con el funcionario, los años cumplidos de la institución han probado, con creces, la eficacia del proyecto que impulsó el gobierno del estado, encabezado en 1971 por Fernando Gómez Sandoval, para promover la formación artística y cultural de las y los oaxaqueños.
Legado, fortaleza y retos
Sin mucho pensar, Emilio de Leo aseguró que el legado de la Casa de la Cultura en estos 50 años son todas sus generaciones, y es que no hay nada mejor para la institución que las decenas, cientos y miles de niñas, niños y jóvenes que han transitado en alguno de sus cursos y talleres.
“El legado son todas sus generaciones, lo mejor que tiene una institución educativa y sobre todo en el marco de la educación en las artes han sido todas las personas que han pasado por los cursos y talleres”, manifestó en entrevista.
En este mismo sentido detalló que las personas que han pasado por la CCO no necesariamente tienen que ser artistas para poder ser exitosas, basta con haber desarrollado la sensibilidad y creatividad de la que dotan las artes para utilizarlas en su vida profesional o personal.
Mientras que la principal fortaleza, indudablemente, es el equipo humano que ahí colabora, las y los 70 talleristas que imparten 158 procesos formativos en disciplinas como la danza, el teatro, la música, las artes escénicas, así como las actividades alternativas como el ajedrez y la gastronomía.
“El éxito radica en el trabajo que han hecho nuestras y nuestros talleristas en estos 50 años y sobre todo su compromiso de preservar la formación didáctica en las artes dentro de la población oaxaqueña”, dijo.
De ahí que uno de los principales retos que enfrentaron las y los talleristas, con la pandemia, fue cambiar a la modalidad de clases a distancia, debido a la relevancia que tiene la cercanía entre la comunidad artística y el alumnado.
“Nuestros talleristas tuvieron que adaptarse a la tecnología, mientras que el alumnado tuvo que generar un ejercicio de responsabilidad para poder percibir los contenidos, asumir los horarios y sobre todo sustituir lo que a veces parece imposible, que es la cercanía personal con calidad en el hacer las cosas”, refirió.
Pero no fue lo único, las condiciones de los grupos sociales menos favorecidos también significaron un desafío a vencer, de ahí que el funcionario plantea un proyecto integral que pueda beneficiar a todos los sectores sociales que convergen en los diferentes talleres, sin descuidar a los más desprotegidos.
Otro de los retos que actualmente enfrenta la institución es sin duda dignificar los espacios y visibilizar a quienes realizan las actividades culturales al interior de ella, lo anterior para evitar problemas como el que enfrentó a su llegada al frente de la CCO cuando el personal se manifestaba por la falta de pago.
Y es que reconoció que las instancias culturales no cuentan con presupuesto suficiente para cubrir el cúmulo de necesidades, de ahí que es necesaria una pizca de ingenio, alianzas estratégicas con otros sectores y sobre todo una relación cercana con quienes laboran al interior de la Casa de la Cultura.
“Es importante que, lo poco o mucho que haya, se comparta entre todos los sectores con los que colaboramos a fin de que los beneficios puedan ser generales”, indicó.
Actualmente y debido a las condiciones sanitarias derivadas de la pandemia por Covid-19, las autoridades de la Casa de la Cultura trabajan en un formato para reducir el cupo en los talleres, con la intención de regresar al plano presencial, ello cuidando la salud de talleristas y estudiantes.
De ahí que, anunció, el cupo se verá reducido también con la intención de dignificar el proyecto cultural que lleva a cabo la institución y que muchas veces, ha tenido que impartir procesos formativos en los pasillos y patios del edificio debido a la falta de espacio.
Situación que ha derivado, con justa razón, en la inconformidad del personal debido a la falta de espacios dignos como en cualquier otra actividad profesional y la romantización de que la cultura se puede hacer en cualquier lugar.
Consciente de que su administración es muy corta, toda vez que termina en noviembre de 2022, Emilio de Leo Blanco tiene como meta terminar de sentar las bases de una nueva etapa de la Casa de la Cultura, lo anterior mediante la certificación de quienes imparten los talleres, que los lleve incluso a una mejor relación laboral con el gobierno del estado; así como la certificación para quienes toman algún curso o proceso formativo.
Acción que, sin lugar a dudas, requiere una modificación a la Ley de Operación de la institución.
Rumbo a los 100 años
En un ejercicio hipotético y de proyección, el titular de la Casa de la Cultura aseguró que, a sus cien años, vislumbra una institución fortalecida, afianzada, con un marco normativo adecuado para su realidad, toda vez que no pueden resolverse los problemas del futuro con el andamiaje del pasado.
Así mismo, un centro formativo moderno que, lejos de presentar problemas al transitar del plano presencial al digital, pueda instaurar un modelo híbrido que le permita trascender las fronteras del estado, del país y del mundo.
“Que la cultura oaxaqueña se promueva en todas las latitudes a nivel mundial”, indicó.
Finalmente, una institución que proteja a sus talleristas y que en ellos descanse la principal función de la Casa de la Cultura Oaxaqueña qué es promover las actividades artísticas y culturales, que caracterizan a la entidad.